23.2.13

Empáticos por naturaleza, pero...

Yo creo que todos tenemos una capacidad innata no sólo de percibir lo que otra persona puede sentir, sino también de experimentar una sensación de participación afectiva. Esto con frecuencia nos impulsa a la acción. 

Por ejemplo, si andas en el aeropuerto y ves que se le cae el pase de abordar a alguien espontáneamente se lo haces saber o lo levantas y persigues a la persona hasta entregárselo. Cuando pasas por una puerta y hay una persona detrás de ti, le detienes la puerta. En una competencia deportiva cuando se ha caído un compañero o contrincante y le ayudas para levantarse. Te lanzas estrepitosamente a detener a un niño desconocido que corre hacia la calle en el momento que se acerca un coche. 

Estos actos a favor de otra persona los hacemos continuamente. Para ser generoso aun en cosas tan sencillas uno experimenta empatía ante una realidad ajena. Somos muy buenos para ello, especialmente en situaciones relativamente comodas. No nos compromete ni nos pide mucho. 

Frans de Waal (La Edad de La Empatía) hablando de estos actos señala que estos pequeños esfuerzos teniendo un bajo costo para nosotros pueden evitar un enorme apuro para el otro. Sin embargo, “...nuestra disposición a ayudar se esfuma tan pronto como el Titanic comienza a irse a pique, y es que el costo del civismo aumenta en circunstancias adversas.”

O sea, nuestra tendencia natural de empatía con una situación ajena y el deseo de ayudar con generosidad se puede detener ante la posibilidad (real o imaginaria) de salir raspados nosotros mismos. Aun así en ocasiones nos gana el altruismo y actuamos, dispuestos a pagar el costo. En consecuencia tenemos un bagaje lleno de vivencias positivas y otras no tantas. 

A tí que estás leyendo estas líneas, te invito a traer a la memoria alguno de aquellos momentos potencialmente adversos en que superaste el temor de ser raspado y actuaste, sí ofreciste tu ayuda y salió muy, muy positivo. De verdad le sirvió a la persona.

Aquel momento pudo haber sido en el trabajo alguna vez que observabas que un compañero estaba haciendo las cosas de tal forma que de seguir así le iba a causar muchos problemas. Inclusive otros lo habían notado pero nadie se le había acercado a decirselo u ofrecer su apoyo. Después de pensar en ello decidiste actuar, le dijiste lo que veías, tal vez en una reunión o a solas. Y para tu satisfacción le sirvió mucho, fue una gran ayuda, hubo un cambio que resultó muy positivo.

Siguiendo la analogía del aeropuerto, percibiste que se le estaba cayendo el pase de abordar, se lo hiciste saber y le evitaste muchas dificultades. Y, además te dio mucha satisfacción haberlo hecho.

Reconocemos que a veces la otra persona puede juzgar nuestra "ayuda" como una intromisión, pero es muy triste quedarnos con información, pequeños tips o conocimientos que puedan ser de gran ayuda para otros. ¿No creen?

Recordando nuestras historias y conociendo anécdotas exitosas de otras personas dispara conexiones con nuestros recursos y sobretodo con aquella disposición interior de contribuir al bienestar de los otros.

Se me antoja que a través de asesorar de una forma auténtica y colaborativa poder generar la confianza para que las personas y grupos con quienes tenga contacto lleguen a saborear actos comunes de colaboración y asesoría entre sí.

Sí amigos, somos empáticos por naturaleza...y nada de peros.

28 comentarios:

  1. Queridísimo George como siempre es una delicia seguirte para buscar un espacio de reflexión. Me encanta lo que dices -porque es cierto- tenemos ese chip de ayuda a otros y la mayor parte de las veces, lo desconectamos y como dice López Quintás estamos “lejanos, ajenos, distintos y distantes “a lo que sucede en nuestro entorno y nos encerramos en nuestro caparazón protector para no ser afectados por el otro; porque sabemos que cada relación y cada acción, nos cambiará internamente de algún modo....¿cierto? Es increíble que, muchas veces a pesar de saber que saldremos "raspados" colaboramos porque nuestra intención nos hacer ser mejores. Te comparto una historia, recuerdo precisamente ayer que estaba desesperada esperando que la Señora delante de mí, terminara su turno en el cajero para poder irme ya y cuando por fin se fué, me fijé que no cerró su sesión e inmediatamente sin pensarlo, le cancelé todo lo que tenía abierto y fuí corriendo a avisarle para que la próxima vez tuviera más cuidado. No pensé en nada más que en la seguridad de ella a pesar de mi prisa. Me interesaba que supiera que había dejado el cajero abierto y ella estaba muy agradecida conmigo, pero yo le insistía en que no me agradeciera sino que cuidara antes de irse del Cajero -siempre- que todo hubiera quedado cerrado. Es ese impulso de recoger el pase de abordar o la cartera y pensar en el otro. ¿Qué pasa con nuestra Empatía interna cuando no procedemos a hacer algo tan natural como esto?

    ResponderEliminar
  2. Me encantó tu ejemplo del cajero Maru. En cuanto a tu pregunta, tal vez se vaya atrofiando. En palabras de Daniel Goleman, “la autoabsorción mata la empatía”.

    ResponderEliminar
  3. George, llevo pensando varios días en estas experiencias y ¿sabes? son tan pocas o simplemente no lo notamos, porque lo malo siempre resalta más que lo bueno, ¿será? que como dices, hacemos cosas cotidianas que no parecen ser "la gran cosa" pero que si observamos nuestras acciones y actitudes, podremos encontrar esa bondad en nuestros actos. Haré un ejercicio, le preguntaré a varias personas esto de intervenir de manera exitosa. Puesto que me siento atorada! y puede que sea una buena idea.

    ResponderEliminar
  4. Buenísima idea Sarah, seguramente vas a evocar varias historias.

    Me acordé de una historia en mis años de empleado cuando confronté a mi jefe. Había algo en su manera de dirigir las reuniones del equipo que no me gustaba, que estaba causando problemas en mi área y con mis pares y decidí platicárselo con toda claridad. Pensé lo que le quería decir y busqué un momento en que podíamos hablar a solas. Le describí específicamente lo que él hacía en las juntas que me molestaba, los problemas que me causaba y la frustración que experimentaba. Era importante para mí que le quedara claro el comportamiento a que me estaba referiendo.

    Me escuchó atentamente, me entendió y me dio las gracias por habérselo compartido, que no se había percatado de lo que esas acciones estaban causando. Ya al final, riendose me dijo, ay pinche George, me cagas y todavía te doy las gracias.

    Cabe mencionar que teníamos una excelente reunión desde antes de que fuera mi jefe. Nos estimábamos mutuamente y hasta la fecha nos seguimos viendo. Aún así me dí cuenta (por lo que sentía en el estomago) que exponerme de esa manera tan clara y auténtica me hizo vulnerable. Ahora a distancia pienso que el "decir la verdad y nada más que la verdad", sin exageraciones ni minimizaciones le facilitó a mi jefe empatizar conmigo sin caer en la tentación de defenderse o confrontarme de regreso.

    Podemos platicar mas de esto y las historias que recopilas en la sesión de esta semana, ¿Te parece?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ahora sí lo leí, no me había dado cuenta de esta respuesta. Que maravillosa frase: "decir la verdad y nada más que la verdad" creo que ahí está algo muy valioso! Y si George habrá que buscar más historias así. Gracias!!

      Eliminar
  5. Hola George, gracias por tu aportación.

    Acerca de salir raspado por prestar ayuda, me vino a la mente un suceso que paso en el metro de la ciudad de México, en el cual un hombre perdió la vida por prestar ayuda a alguien que estaba siendo asaltado, pese a las decenas de personas que estaban presenciando tal evento, y recordé que leí algo hace poco al respecto en un articulo de Psicología y que comparto en este espacio de manera literal:

    “Entre Más Gente, menos riesgo (Mito)

    Si se cometiera un asalto frente a mucha gente ¿alguien impediría el crimen? Al contrario: a mayor numero de espectadores, mayor apatía. Los científicos piensan que esta conducta obedece al hecho de que una gran concentración de individuos provoca que éstos sientan menor responsabilidad por las consecuencias negativas de no ayudar. Es decir, si alguien muriera frente a sus ojos, dirían: “No fue mi culpa, nadie ayudo” Y aunque no se sabe a ciencia cierta qué es lo que provoca que algunos ayuden más que otros, se cree que los menos preocupados por la aprobación social son los más propensos a intervenir. (Clínica de salud Mental de la facultad de medicina de la UNAM)”

    Continuara …….

    Saludos. MMR

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué interesante observación Miguel. Esa frase, "no fue mi culpa, nadie ayudó" es impactante y luego la teoría de que los que sí ayudan son los menos preocupados por la aprobación social.

      No me gustaría ser entre los expectadores del crimen, o el abuso de autoridad en la empresa, o el plan del jefe que a todas luces va a fracasar y no expresar mi voz, mi auxilio, mi interés....qué pena.

      En la sesión de preguntas y respuestas de una conferencia magistral me sentía con unas enormes ganas de hacer un comentario sabiendo que podría ser agresivo para muchas personas en el auditorio. Sentí nerviosismo, mis piernas se debilitaban. Levanté la mano. Me vieron pero tuve una larga esperar mientras hablaban otros. Me encontraba entre escucharles a ellos y seguir pensando en lo que yo iba a decir. Finalmente me tocó hablar, me levanté y expuse mi idea. Me senté, todavía nervioso. ¿Me habrán entendido? ¿Le habrá gustado a tal o cual persona lo que dije? Repasaba lo que había dicho. Saliendo de la conferencia anhelaba que alguien me dijera de lo bien que hablé. Nadie me dijo nada. ¿Y saben? Lo haría de nuevo.

      Soy vulnerable cuando pido la palabra sin tener mi discurso preparado a la perfección o inclusive, pensar en voz alta, sí, eso es, tomar el riesgo de pensar en voz alta, de decir tonterías en el proceso de organizar mis ideas. Me hago vulnerable cuando no escondo mis debilidades, cuando expreso mis sentimientos incluyendo los difíciles de admitir como el temor. O más bien hablar sintiéndome temeroso al hacerlo, eso es.

      También me hago vulnerable cuando escucho y realmente trato de asimilar situaciones de otra persona sin caer en la tentación de arreglárselas rápidamente. Me hago vulnerable cuando dejo que otros hablen de temas que tocan cuerdas sensibles mías. O cuando comparto mi agenda escondida o mis necesidades en la conversación - cosas que uno normalmente no hace.

      Sí, la empatía ante la situación del otro queda incompleta hasta que nos expongamos en actos de colaboración.




      Eliminar
    2. ¡Qué impresionante esto de la vulnerabilidad! Tenemos tanto miedo a exponernos a ser auténticos y transparentes porque en realidad la coraza emocional resulta más cómoda y así no sufro ¿pero y mi crecimiento? Hasta había un programa de televisión que se llamaba "Crecer, duele". Hacerte cargo de tu propia vida y ser autorresponsable sin tener a otro a quién echarle la culpa....¡zaz! ¡qué incómodo!...pero de otra manera nos quedamos en nuestra posición cómoda, sin afectar ni ser afectados -como muertos- ¿qué tal este video de Vulnerabiildad que nos sugeriste una vez en clase? Las personas vulnerables son las más felices...no tienen nada que perder...simplemente SON con la acepción de la palabra de SER auténticos, empáticos, conectados....y a veces confundimos esto con el HACER y entramos en conflicto. Se dice fácil, simplemente se vulnerable...pero creo que cuesta mucho; sin embargo, también romper el caparazón nos conecta de una forma mucho más humana y holística con el otro...¿no creen?

      Eliminar
  6. Hola George! Que grato es leer tus reflexiones y que cierto es lo que escribes, justamente en días pasados comentaba con unos amigos que es una pena que en la época en que vivimos sea cada vez más difícil confiar en los demás, por ejemplo cuando quieres comprar un auto de uso, debido a la gran cantidad de fraudes y robos que existen deribado de ello; y esto pasa también cuando te nace el deseo de ayudar a alguien en la calle que ves que está pasando por alguna dificultad, sin embargo el pensar en el riesgo de ser asaltado o salir lastimado, puede llegar a frenar ese impulso que nos motiva a ayudar; de la misma forma pienso que en algunas ocasiones en que alguien necesita ayuda o consejo, el pensar en el riesgo a salir lastimados o recibir una mala respuesta o actitud, puede dismunuir o nulificar la intensión de ayudar. Gracias por compartir con nosotros, Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Coincido contigo Adriana, qué importante es sentirnos amados y no depender de la aceptación social para ser y actuar auténticamente.

      Eliminar
  7. Hola George!
    Gracias por compartirnos tu reflexión. Coincido contigo, en muchas ocasiones el miedo nos impide ser mejores. ¿Qué irónico no? Alguna vez leí en un material sobre gestión del cambio la pregunta "¿qué harías si no tuvieras miedo?" y de verdad me dejó pensando pues son muchas cosas y en ocasiones este miedo tiene un fundamento y en otras ocasiones no. Incluso, teniendo fundamento, creo que debemos aprender a arriesgar en pro de un bien mayor... no obstante, coincido con Adriana en que la inseguridad, por ejemplo, nos ha orillado a protegernos. Hace poco vi una frase de la Madre Teresa de Calcutta y me encantó pues además tiene mucha relación con lo que comentas: "I want you to be concerned about your next door neighbor. Do you know your next door neighbor?" Saludos :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esto me recuerda la placa que tenía colgada unos amigos en la sala de su casa, "Déjame conocerte para no destruir nada de ti."

      Eliminar
  8. Fue mi grato leer todas las aportaciones, comenzando con la de George en donde me parece fabuloso que escribe “nuestra tendencia natural de empatía” y es muy cierto, todos tendemos a preocuparnos por el otro, desde cerrar sesiones en los cajeros como Maru, hasta poner nuestra vida por defender a otra persona como cuenta Miguel, y como bien dice Adriana de la empatía a veces y lo digo con tristeza, pasamos a la indiferencia, esa que me envuelve en una burbuja de apatía y nos convierte en espectadores.

    Creo que todo esto lo podemos ver desde la perspectiva de la victima o el protagonismo, es decir, somos capaces de afrontar la vida como parte de ella, o bien optamos por la postura de ser peces en el agua y dejarnos llevar por la corriente. Es interesante analizar nuestras aportaciones de consultoría exitosa, como dice Sarah, en los detalles que a veces nos pasan desapercibidos, ahí también es posible identificar un acto de influencia positiva en el otro, aunque no nos lo haya solicitado.

    La consultoría nos esta abriendo una propuesta muy atractiva, de ser personas que tengas actitudes y actividades resonantes, es decir, que se preocupen por el otro, que vean las cosas con optimismo, que se antepongan valores, etc.

    Creo que nos queda mucho por hacer y pensar...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De acuerdo Marisol, nos queda mucho todavía. La consultoría significativa empieza con la persona misma del consultor. Y eso es trabajo y aprendizaje de toda la vida. Un filósofo griego decía, "Me estoy haciendo viejo aprendiendo algo nuevo todos los días.

      Eliminar
    2. "Actitudes y actividades resonantes" qué buena frase Marisol. Seamos gente de bien, como dice San Alberto Hurtado: Un fuego que enciende otros fuegos.

      Eliminar
  9. "Ayudar al que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad" José Martí

    Dentro de mi trabajo como profesora han existido excelentes momentos pero también unos tragos muy amargos, y uno de ellos fue el que los alumnos expresaran que no ayudaban porque no recibían nada a cambio... los términos de solidaridad y subsidiariedad les eran ajenos, conservadores y viejos! por qué?!
    Tenemos esa capacidad innata de percibir al otro y por lo tanto de sus necesidades... sino la desarrollamos y vivimos, estaríamos en cierto modo, incompletos.
    Cuando uno no está dispuesto a ayudar, tampoco lo estará para recibirla.

    Esto me vino a la mente cuando leí tu opinión George... espero no sea muy pesimista.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Lucía, más que pesimista me hizo pensar en qué haría yo con jóvenes y maduros en la comunidad y entre mis clientes para evocar aquella naturaleza empática que impulsa a la generosidad de co-laborar. Estoy en eso.

      Eliminar
  10. Me gustó tu aportación y es lo que quiero lograr en mi trabajo , en mi nuevo negocio y en donde me pare, con acciones con las que pueda poner el ejemplo y al leer tu aportación me motiva mucho para la verdad es que a veces he tenido malas experiencias que como lo dices, se puede prestar a malinterpretarse como si fueran intromisiones, por lo tanto creo que primero debo de luchar o superar esos malos momentos para otra vez aventarme a esa empatía natural y hacerlo de corazón ya que sinceramente a veces no quiero ayudar a ciertas personas, se que no es lo mejor peor también pienso que si voy a hacer algo debo de hacerlo desde mi interior y con plena convicción.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De acuerdo Kristel, desde tu interior, es lo mejor que tienes.

      Eliminar
  11. Anónimo2/27/2013

    Hola George, quiero agradecer tu aportación y al mismo tiempo decirte que para mi es un gran ejemplo que todo el tiempo estés pensando en como aportar a otros, buscar ayudar a los demás y si es necesario, ser vulnerable para poder lograrlo.
    Algo que siempre me a gustado hacer, es dar clases, y cuando pasado el tiempo me encuentro con alguno de mis alumnos, y recuerdan alguno de mis comentarios o consejos, me hace pensar que el esfuerzo vale la pena, con el solo hecho de haber movido la curiosidad, el pensamiento o el corazón de otro, aunque sea solo uno de ellos.

    ResponderEliminar
  12. Siempre es agradable leerte, puedo casi escucharte y observarte.

    Lo que comentas de buscar el bien, no con el fin de obtener algo a cambio sino por un bien reciproco es para mí un principio natural de compenetrar, mostrarse sensible, empatico, un aspecto humano. Por ejemplo sostener la puerta, aunque no me den las gracias, pero si otra persona lo ve, comenzara a hacerlo y futuramente me sostendrán la puerta a mi y a otras màs personas logrando una nueva cultura de amabilidad y respeto.

    Gracias George.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Abel, con tu comentario de la puerta me acuerdo de estudios del cerebro junto con un video que publicó Liz de la relación entre actos de altruismo y la felicidad.
      http://videotendencias.com/video-el-altruismo-y-la-felicidad/

      Eliminar
  13. Anónimo2/28/2013

    Hola George,

    sí, estoy de acuerdo, somos empáticos por naturaleza. Recuerdo una vez cuando en un centro comercial, al pagar el estacionamiento en las máquinas automáticas, a la persona que estaba delante de mí se le cayó un billete de $500.00. No había nadie mirando ya que no era una hora pico y yo estaba cortísima de dinero. Como sea, jamás hubiera podido no haberle avisado que se le acababa de caer un billete. Es impresionante cómo efectivamente, el ser humano está diseñado y encaminado para el bien y el orden... hasta que sucede algo que lo invita al desorden porque se siente limitado o en peligro.

    ResponderEliminar
  14. Sí Gema, también me han pasado cosas así. Dices que la persona está encaminada para el bien...hasta que sucede algo. Se me antoja ayudar a las personas a poder ver ese "algo" que sucedió desde una nueva perspectiva de tal manera que no sea el referente para ignorar sus impulsos naturales de contribuir al bien. ¿Tienes alguna idea al respecto?

    ResponderEliminar
  15. Anónimo2/28/2013

    Bueno George, no necesariamente me refería a un "algo" como suceso pasado, de lo contrario habría escrito eso: "suceso" o bien "suceso pasado", más bien me refería a un "algo" como una amenaza al equilibrio físico o psicológico. Somos naturaleza y como tal tenemos un diseño bello, armonioso y quizá no perfecto pero perfectible. Asimismo, al mismo tiempo tenemos una parte instintiva que nos invita a desordenar lo ordenado, a velar por nosotros mismos cuando sentimos que el otro o los otros podrían pasar sobre nosotros. Es una cuestión de supervivencia, no es que exista una parte de "malignidad". Claro que lo que argumentas tú también es válido, tendemos a generalizar a través de experiencias y sucesos pasados, creemos que porque una vez no valió la pena ser empáticos o hacer el bien nunca más lo será, esto también es supervivencia, pero por suerte como seres humanos sí podemos elegir generalizar o analizar realmente las situaciones bajo un ojo crítico y valorar que de verdad importa hacer el bien, es decir ser humanos.

    ResponderEliminar
  16. Hola George!

    En lo personal yo coincido contigo al hablar de la capacidad del hombre para sentir empatía. Dejando de lado la idea del hombre, como un ente encaminado hacia el bien o el mal. Ya que si este fuera el caso, probablemente estaríamos limitados al cumplimiento de esa condición. Pero al hablar de las capacidades del hombre, podemos ver la bondad e incluso la maldad que esta latente en todos nosotros.

    Hace algunos meses salí a comer a un restaurante que se encuentra a unas cuantas calles de la casa en donde vivo (el restaurante es de sushi... muy bueno, si quieren luego les paso la dirección). Y fue de regreso que vi a lo lejos a unas personas tratando de cargar a una señora ya muy grande y que estaba en silla de ruedas. No voy a decir que corrí a ayudar a las personas, ya que en realidad no lo hice... no corrí. Yo seguía caminando y viendo como libraban una batalla al cargar a la señora, veía sus rostros el esfuerzo que estaban realizando. Pero lo que mas me llamo la atención (hasta podría decir que se me quedo tatuado), fue la expresión de impotencia de la señora. Se podría decir que ella estaba consciente de todo lo que pasaba y hacían a su alrededor. En lo que yo llegaba a donde estaba ese grupo de personas me puse a pensar en la señora y en lo que pasaría si yo estuviera en su lugar. En cierta forma mi yo de 80 y tanto o 90 y tantos se vio reflejado en la escena y en especial en la incapacidad de la señora. Pero no solo fue eso, también me puse en el lugar de los parientes de la señora. ¿Que pasaría si mi papa o mi mama fueran esa señora que no puede moverse por si sola?. Fue el conjunto de todo esto lo que me ayudo a ayudar a esas personas.

    Yo creo que eso es lo que en realidad pasa, cuando tenemos la capacidad de vemos reflejados en alguna medida en las demás personas... las ayudamos para (en alguna forma) ayudarnos a nosotros mismos. Ya sea al cerrar la sesión de alguna computadora, regresando dinero, etc... Es mas o menos lo que nos gustaría que otros hicieran por nosotros.

    ResponderEliminar
  17. Muchas gracias Luis, me metiste en la historia, hasta me estaba preocupando... Gracias por compartirla.

    ResponderEliminar

Gracias por participar en este esfuerzo, George